Roma iba a ser la sede de los IV Juegos pero una erupción del Vesubio y graves problemas sociales y económicos decidieron su renuncia en 19071. Con escaso margen de tiempo pero con gran entusiasmo, Londres se hizo cargo de la organización2.
En la cuarta experiencia moderna, volvió a aflorar con esperanzadores augurios, la concepción olímpica del festival. Veintidós países son representados por 2.034 atletas y por primera vez, las mujeres, pese a la reticencia del padre del moderno olimpismo, son admitidas oficialmente a los Juegos, compitiendo en tenis, patinaje artístico y tiro con arco. Un hombrecillo italiano, Dorando Pietri, pastelero de profesión, pasará a la historia por su dramática participación en el maratón. Llegó primero al Estadio completamente extenuado y después de repetidas caídas, en estado de semiinconsciencia fue ayudado en el último tramo previo a la meta. Al final fue descalificado. Sin embargo, la reina Alejandra premiaría su tesón con una copa de oro3.
Dorando Pietri - ITA
En atletismo la pugna entre americanos e ingleses fue llevada con preocupante tensión4. El rey Eduardo mostró su desagrado ante los estentóreos gritos de los yanquis atronando el Estadio5. Éstos, a su regreso, hicieron triunfal entrada en el Ayuntamiento de Nueva York arrastrando un león como símbolo del poder británico, vencido y encadenado por los norteamericanos... La broma, como recordaría Coubertin, estuvo a punto de causar un grave incidente diplomático6. Pero sus paisanos franceses darían al Barón un nuevo disgusto cuando, en 1910, se le mostró un documento del Ministerio de Asuntos Exteriores Francés, en donde con una caligrafía tempestuosa y en palabras escritas de través, se expresaba: «El Gobierno Francés no reconoce los Juegos Olímpicos». Para castigar a quien calificaría de «chupatintas superior», Coubertin organizó en París un Congreso Olímpico para conmemorar el XX Aniversario del restablecimiento de los Juegos, que se desarrolló con un fasto hasta entonces desconocido7.
Queenie Newall - GBR
Con ocasión de los Juegos de Londres, nació la simbólica frase olímpica:
«En los Juegos Olímpicos, lo importante no es vencer, sino participar»
Esta frase que se utiliza hoy día como uno de los lemas olímpicos, es equivocadamente atribuida a Coubertin, siendo en realidad el creador de la misma Monseñor Ethelbert Talbot, Arzobispo de Pensilvania, quien la pronunció durante una solemne función religiosa desarrollada en la catedral de San Pablo durante la cual dirigió a los atletas participantes un sermón evaluado por Coubertin como de «altos vuelos filosóficos» debido a la profundidad de su contenido. La atribución de la frase a Coubertin ha sido debida a que éste la utilizó en numerosas ocasiones en sus intervenciones, al formar parte de su entendimiento del deporte, al que consideraba como un instrumento inestimable para enseñar al hombre a luchar en la vida, siendo de alabar y premiar al que gana, pero también de respetar y admirar al que lucha noblemente por la victoria8.
Monseñor Ethelbert Talbot - USA
Los primeros Juegos Olímpicos de Londres, supusieron la consolidación del olimpismo renovado, al ser el marco humano y técnico que los abrigó, competente y entendido en la dimensión organizativa, así como en el significado que la competición ha de tener, pecando solamente en algunas de sus manifestaciones de ciertos tintes de injusto clasismo patriotero9. Para Coubertin, como consecuencia del abandono del matiz «arqueológico» con que algunos sectores habían tildado al naciente movimiento 10, permanecieron aquellos en su memoria como un logro triunfal.
«El colosal recinto negro de la multitud allí apretujada y vibrando de entusiasmo por doquier, destilaba una sensación de potencia orgánica que no he vuelto a revivir jamás, ni me la han proporcionado otras multitudes europeas o trasatlánticas...11».
Y en los Juegos de Londres de 1908 hubo muchos «por primera vez» como fue la construcción de un Estadio específicamente deportivo, (el de Atenas fue un símbolo más que una instalación técnica) desfilando por primera vez los equipos participantes detrás de sus banderas, iniciándose las competiciones de invierno merced al patinaje artístico, programándose carreras de relevos en atletismo, compitiendo también los nadadores por primera, y única, vez en una piscina de 100 m de largo.
Medalla de los Juegos de la IV Olimpiada - Londres 1908
Sólo tuvieron los Juegos una frustración para Coubertin, quien como amo y administrador12 del moderno olimpismo lo dirigía e impulsaba a su manera, y fue ello, la imposibilidad de ejecución de los concursos de Arte que coordinados por la Real Academia, les restó entusiasmo participativo al imponer los temas del concurso a los posibles competidores, en lugar de dejar la motivación del certamen a la libre elección13. El 24 de julio de aquel año, Coubertin, en inspirado discurso, defendió la mecánica cooptativa para la selección de los miembros del COI, saliendo al paso de las agudas críticas de algunos sectores sobre este extremo y demostrando como el sistema, pese a su naturaleza antidemocrática, era el único viable para la subsistencia de la institución, uno de cuyos axiomas de actuación, paradójicamente, es el humanitario igualitarismo14.
Fuente: DURÁNTEZ, Conrado: Las Olimpiadas Modernas, Madrid. 2004, pág. 31 y ss.
CONRADO DURÁNTEZ
Es Presidente de Honor del Comité Internacional Pierre de Coubertin, Presidente fundador del Comité Español Pierre de Coubertin, Presidente fundador de la Asociación Panibérica de Academias Olímpicas y también Presidente fundador de la Academia Olímpica Española y Miembro de la Comisión de Cultura del Comité Olímpico Internacional hasta 2015. Ha intervenido en la constitución de más de una veintena de Academias Olímpicas en Europa, América y África. Su vocación por el Olimpismo ha sido proyectada en constantes y numerosas intervenciones en congresos mundiales, conferencias y simposios diversos, así como en la publicación de numerosos artículos en periódicos y revistas especializadas nacionales y extranjeras dedicados al examen y estudio del fenómeno olímpico.
CITAS:
1 THARRATS, J. G: Los Juegos Olímpicos, pág. 201.
MAYER, Otto: El fenómeno olímpico, pág. 82.
2 HENRY, Bill: Historia de los Juegos Olímpicos, pág. 122.
3 DURÁNTEZ, Conrado: El Olimpismo y sus Juegos, pág. 42.
CHANDLER, William: Historia de los Juegos Olímpicos, Madrid, 1968, pág. 19.
HENRY, B: Op. cit, pág. 130.
MEYER, Gastón: El fenómeno olímpico, pág. 91.
ARMENGOL, J. C. y SANTOS, M. A: Historia y personajes de los Juegos Olímpicos, Londres, 1908.
4 COUBERTIN, Pierre: Op. cit., pág. 95.
DURÁNTEZ, Conrado: Op. cit., pág. 42.
THARRATS, J. G: Op. cit., pág. 204.
5 COUBERTIN, Pierre: Op. cit., pág. 96.
MEYER, Gastón: Op. cit., pág. 86.
6 COUBERTIN, Pierre: Op. cit., pág. 96
7 DURÁNTEZ, Conrado: Op. cit., pág. 42.
COUBERTIN, Pierre: Op. cit., pág. 147.
8 COUBERTIN, Pierre: Op. cit., pág. 97.
COUBERTIN, Pierre: El ideario olímpico, pág. 38.
DURÁNTEZ, Conrado: Op. cit., pág. 42.
MEYER, Gastón: Op. cit., pág. 93.
9 THARRATS, J. O: Op. cit., pág. 204.
COUBERTIN, Pierre: Op. cit., pág. 89.
MAYER, Otto: Op. cit., pág. 53.
10 COUBERTIN, Pierre: Op. cit., pág. 89.
11 COUBERTIN, Pierre: Op. cit., pág. 91.
12 MAYER, Otto: Op. cit., pág. 53.
13 COUBERTIN, Pierre: Op. cit, pág. 94.
14 COUBERTIN, Pierre: Ideario Olímpico, pág. 37.
DURÁNTEZ, Conrado: La Academia Olímpica Internacional como órgano difusor de la Filosofía Olímpica, A.O.E., XXII Sesión, pág. 90.