El tono político y el velado poder militar que los nazis hicieron presente en los Juegos de la XI Olimpiada, no hacía presagiar buenos augurios pese al esplendor con que se desarrolló la gran fiesta olímpica en su versión alemana. En su Sesión de Berlín, en julio de 1935, el COI concedió los Juegos de la XII Olimpiada a Tokio, intentando con ello iniciar la difusión olímpica en el continente asiático, otorgándose también a Japón los Juegos de Invierno, a desarrollar en la ciudad de Sapporo de la isla de Hokkaida1. El Conde Sayeshima, miembro del COI por Japón, había alegado como mérito histórico para la concesión, el cumplirse en esas fechas el 2.600 aniversario de la fundación de la dinastía nipona, la más antigua del mundo. Pero el inicio de la guerra chino-japonesa, había de frustrar los ilusionados preparativos y el 7 de julio de 1937 Japón declinaba el compromiso organizativo. En apremiante decisión, el COI otorgó el patrocinio de los Juegos a Helsinki, que junto con Londres, se habían ofrecido para organizarlos2.
El 2 de septiembre de 1937, Pierre de Coubertin, el padre del moderno olimpismo, dejaba de existir, sorprendiéndole la muerte cuando meditabundo paseaba por el parque de La Grange en Ginebra. Cumpliendo su decisión testamentaria, su cuerpo fue enterrado en Suiza, nación que le dio cobijo a él y a la organización rectora del gran movimiento restaurado, y su corazón embalsamado fue enviado para que permaneciese por siempre en Olimpia, que fue durante toda su vida el motivo central de su tenaz e ilusionada lucha. El 26 de marzo de 1938, el Príncipe heredero Pablo, Presidente del Comité Olímpico Griego, depositaba una pequeña urna de mármol negro, conteniendo la reliquia, en el monumento dedicado por Grecia a Coubertin, ubicado hoy día dentro de las dependencias de la Academia Olímpica Internacional en Olimpia3.
La máquina olímpica sigue su marcha, y una vez adjudicados los Juegos de la XII Olimpiada a Helsinki, el COI en su XXXVIII Sesión, celebrada en Londres entre las fechas de 6 a 9 de junio de 1939, señalaba a la capital británica como escenario de la siguiente edición, que haría la número XIII4. Pero el día 1 de septiembre de 1939, las tropas alemanas invaden Polonia, dando origen a la II Guerra Mundial, la más feroz y devastadora de cuantas calamidades ha padecido la Humanidad. El saldo trágico final de connotaciones apocalípticas, es todo un lacónico exponente de la magnitud de la tragedia: cincuenta millones de muertos y veintiocho millones de inválidos. El esterilizante drama de la guerra, incompatible con el festivo encuentro de las competiciones olímpicas, hace que se queden dos sucesivas Olimpiadas sin disputar Juegos Olímpicos.
La ausencia de Juegos ante el cataclismo político, no impidió por eso que la máquina olímpica de manera silenciosa pero incesante siguiera en marcha5. Antes del inicio de la contienda en la primavera de 1937 Coubertin había dirigido una carta al Gobierno del Reich por la que haciendo constatación del éxito de los Juegos de la XI Olimpiada, proponía la creación de un Centro de Estudios Olímpicos al que legar todos sus papeles, documentos y proyectos no realizados referentes al conjunto del olimpismo renovado para preservarlo de las desviaciones que contra él se pudieran cometer6. El Instituto Olímpico Internacional de Berlín, que con tal motivo se constituyó, fue un antecedente inmediato de la Academia Olímpica Internacional en su misión salvaguardadora de los valores olímpicos7. El organismo inició sus funciones el 1 de abril de 1938 figurando como Presidente el Jefe Nacional de los Deportes, von Tschammer y como Secretario General Carl Diem8. Tarea inicial del Instituto fue la creación de un Archivo Olímpico como centro recopilador de la organización deportiva del mundo y la edición de la Olympische Rundschau (Revista Olímpica) en la que se refundiría el Bulletin Oficiel del COI que venía emitiéndose desde enero de 1926 y que publicó su último número en enero de 19369. Pero los acontecimientos políticos no habían de permitir larga vida a tan ambiciosos proyectos, cesando el Instituto en sus funciones «por ahora durante un año...» según expresaba el último número de la Revista Olímpica que con el ordinal 24 apareció en octubre de 1944. Los fondos y archivos de la misma fueron remitidos a Lausana en 1946, en donde pasaron a integrarse en una de las secciones del Museo Olímpico10.
Sigfrid Edstrom (SWE) - 4º Presidente del Comité Internacional Olímpico
Pero los espinosos problemas planteados al mundo olímpico con la aguda crisis política iban a acentuarse con la inesperada pérdida de su valeroso capitán. El 6 de enero de 1942 el Conde Baillet-Latour pasaba del sueño a la muerte, en trance repentino. La reciente pérdida de su único hijo, caído en campo de batalla defendiendo a la patria, fue angustioso sufrimiento que no pudo superar11. El sueco Sigfrid Edström se hizo automáticamente cargo del mando en su calidad de Vicepresidente y trató de mantener unidos a los miembros del Comité durante los dramáticos avatares de la contienda. En la XXXIX Sesión de Lausana, el 4 de septiembre de 1946, Edström fue confirmado por aclamación en la Presidencia, eligiéndose como vicepresidente a Avery Brundage12, otorgándole a aquél un año más tarde la Copa Olímpica en razón a sus desvelos por el olimpismo13.
Como últimos acontecimientos dentro de la XIII Olimpiada son de destacar, la adopción del saludo olímpico por los atletas en el desfile que lo harían moviendo la cabeza y no levantando el brazo dada la coincidente similitud con rituales políticos de entonces dolorosa actualidad, así como también la constitución de un fondo bibliográfico integrador de la Biblioteca Olímpica en donde se fusionaron todas las publicaciones dependientes de la esfera de acción del COI14.
Fuente: DURÁNTEZ, Conrado: Las Olimpiadas Modernas, Madrid. 2004, pág. 31 y ss.
CONRADO DURÁNTEZ
Es Presidente de Honor del Comité Internacional Pierre de Coubertin, Presidente fundador del Comité Español Pierre de Coubertin, Presidente fundador de la Asociación Panibérica de Academias Olímpicas y también Presidente fundador de la Academia Olímpica Española y Miembro de la Comisión de Cultura del Comité Olímpico Internacional hasta 2015. Ha intervenido en la constitución de más de una veintena de Academias Olímpicas en Europa, América y África. Su vocación por el Olimpismo ha sido proyectada en constantes y numerosas intervenciones en congresos mundiales, conferencias y simposios diversos, así como en la publicación de numerosos artículos en periódicos y revistas especializadas nacionales y extranjeras dedicados al examen y estudio del fenómeno olímpico.
CITAS:
1 MAYER, Otto: A través de los aros olímpicos, págs. 142y 150.
2 MAYER, Otto: Op. cit., pág. 154.
3 DURÁNTEZ, Conrado: La Antorcha Olímpica, pág. 43.
DURÁNTEZ, Conrado: Olimpia, pág. 362.
DURÁNTEZ, Conrado: El Olimpismo y sus Juegos, pág. 57
MAYER, Otto: Op. cit., págs. 153 y 154.
4 MAYER, Otto: Op. cit., págs. 150, 153 y 155.
5 COUERTIN, Pierre: Ideario Olímpico, pág. 135.
6 DURÁNTEZ, Conrado: Olimpia, pág. 369.
DIEM, Carl: Historia de los Deportes, pág. 409.
7 DURÁNTEZ, Conrado: La Academia Olímpica Internacional, pág. 28.
8 DURÁNTEZ. Conrado: Olimpia, pág. 370.
9 DIEM, Carl: Olympische Flamme, tomo I, pág. 316.
DURÁNTEZ, Conrado: Olimpia, pág. 370.
MAYER, Otto: Op. cit., págs. 148, 151 y 152.
DURÁNTEZ, Conrado: La Academia Olímpica Internacional, pág. 29.
10 DURÁNTEZ, Conrado: Olimpia, pág. 371.
11 MAYER, Otto: Op cit., pág. 161.
12 MAYER, Otto: Op. cit., págs. 161 y 164,
13 MAYER, Otto: Op. cit., pág. 166.
14 MAYER, Otto: Op. cit., pág. 166.