Treinta y seis años después de que Alemania, en Berlín, fuese sede olímpica, la decisión del COI otorgaba de nuevo a los anfitriones germanos la organización de los Juegos de la XX Olimpiada. En esta ocasión fueron adjudicados a la ciudad de Múnich, que en la Sesión de Roma, celebrada en abril de 1966, frustró una vez más las esperanzas españolas, en candidatura que mantenían Madrid y Barcelona1.
La nueva Alemania, bajo el impulso dinámico y tenaz que le habían imprimido sus nuevas generaciones, quería ofrecer al mundo una visión real del poder técnico y económico, y sobre todo pacífico, que había venido fraguando de forma callada y constante durante las últimas décadas. Los Juegos de 1972 no serían como los de 1936, «grandiosos y monumentales, a lo Wagner», pero en su eficacia y técnicamente se perseguía, por otros derroteros, una similar grandiosidad, para la que contaban entonces, como antaño, con una entusiasta población, que en conocimiento medio sobre educación física, deportes y olimpismo, puede arrojar sin lugar a dudas la cota más alta del mundo.
Se aprobó un fabuloso presupuesto para los Juegos de 1972, curiosamente coincidente en 1972 millones de marcos y se puso en marcha una remodelación total de la ciudad —vías de acceso, calles, puentes, avenidas y línea de metro—. El parque de Oberwiesenfeld, con tres millones de metros cuadrados, se convirtió en la zona que albergaba los centros principales de competición, en proximidad con la Villa Olímpica, y se realizó un gigantesco techo de vidrio acrílico de 75.000 metros cuadrados, que representaba el perfil de los Alpes, hecho de paneles superpuestos sujetos con redes metálicas que dejaba pasar la luz y la ventilación, favoreciendo con su luminosidad el uso en el interior de todo tipo de cámaras de filmación.
Si la ciudad de Barcelona en el año 1992 fue la sede de las distancias mínimas, Múnich 72 lo fue de las distancias cortas. Un equipo de profesionales integrado por 125 arquitectos, 108 ingenieros y una plantilla media de 15.000 obreros pertenecientes a 18 nacionalidades distintas, trabajaron durante más de 1.000 días para hacer realidad los ambiciosos proyectos urbanísticos y paisajísticos, que habrían de modelar Múnich para celebrar el acontecimiento deportivo.
Entre ellos, además de la revolucionaria cubierta transparente de los centros competitivos, destacaba la gigantesca mole de la torre de televisión, con 290 metros de altura, y en la que, junto con los servicios propios de su cometido, se albergaba un restaurante giratorio con capacidad para 216 personas. Este restaurante, daba cada media hora una vuelta completa sobre su eje, permitiendo contemplar una maravillosa panorámica de la ciudad olímpica. En todo este despliegue técnico y urbanístico para acoger a la gran cantidad de visitantes que traen consigo los Juegos, también se construyó una red especial de metro, concebida en forma de aspa, con ocho líneas que pasaban por el centro y unían todos los pueblos de la periferia2.
De esta manera Múnich, cabeza de Baviera, capital latina de la rubia Germania, meca mundial de la cerveza, medieval, burguesa, próspera y hospitalaria, acogedora, cálida, abundante, laboriosa y tradicional, se aprestó en los primeros días del mes de agosto de 1972 a convertirse también en «Múnich olímpica». Para completar la imagen de la ciudad de cara al exterior, se trazó un rico programa cultural bajo el título general de Culturas mundiales y arte moderno, destacando entre sus múltiples exposiciones la de Cien años de excavaciones en Olimpia, en la que con modesto orgullo se dejó traslucir la rigurosa, profunda y desinteresada labor investigadora hecha por los arqueólogos germanos en el sagrado recinto de Olimpia.
Durante las semanas previas al inicio de las competiciones oficiales, se organizaron pruebas preolímpicas que sirvieron para empezar a preparar y caldear el ambiente de la gran fiesta próxima. Las computadoras electrónicas se pusieron al servicio de los Juegos, y la denominada Golym, con sus 60 terminales, abasteció a los 4.000 enviados especiales, de todo tipo de datos, aún de carácter nimio, relacionados con la informática deportiva.
Antorcha de los Juegos de la XX Olimpiada - Munich 1972
El éxito de los pictogramas en su esquematismo orientador, facilitó la comunicación rápida, y el profesor de diseño Otl Aicher creó una rica gama de colores en azules, verdes y amarillos que cromatizaron carteles, uniformes, banderas, murales, folletos, catálogos o sellos. El rojo, como color revolucionario, estaba excluido. El símbolo de los Juegos, llamado Universo, representaba una espiral con intermitencias azules y blancas que daba una sensación óptica de ascender al infinito. El 26 de agosto tuvo lugar la tradicional y solemne jornada inaugural, y el fuego de Olimpia, que un mes antes había sido encendido en el sagrado recinto del Altis por María Mosjoliu, hizo su entrada triunfal en el Estadio portado por el atleta germano Gunther Zahn, a quien escoltaban en representación de los continentes, el Africano Kipchoge Keino, el asiático Kenjo Kimiliara, el oceánico Derek Clayton, y el norteamericano Jim Ryun. Los Juegos comenzaron...
Medalla de los Juegos de la XX Olimpiada - Munich 1972
Pero el esplendoroso escaparate olímpico iba a ser asaltado por facciones fanáticas deseosas de notoriedad, que dejaron un saldo de sangre y terror como espantoso testimonio de un récord macabro. Ya antes del fatídico 5 de septiembre, el COI tuvo que soportar las presiones de la Organización para la Unidad Africana, para que excluyese a Rhodesia de los Juegos, bajo la amenaza de retirada y boicoteo de varios países de aquel continente más Yugoslavia y Afganistán, que, entre otros, se unieron al plante. Por 36 a 31 votos, Rhodesia fue excluida, y la fuerza del COI debilitada, en solución calificada por su Presidente Avery Brundage como de «suicidio olímpico» al permitirse una tan intolerable injerencia de la política en el mundo del deporte. Pero nadie se esperaba los trágicos sucesos del 5 de septiembre3.
En la madrugada de aquel día, un comando del grupo extremista Septiembre Negro, el ala más radical de Al Fatah, movimiento para la liberación de Palestina, invadió los aposentos del equipo israelí, matando a uno de sus miembros e hiriendo a otro y secuestrando como rehenes al resto. La conmoción en la ciudad, en la villa olímpica y en el mundo es total. Pronto se sabrán sus reivindicaciones teñidas ya de sangre. Liberación de 250 palestinos presos en Israel entre los cuales se haya el japonés Kozo Okamoto, autor de la masacre del aeropuerto de Lotz, que costó la vida a treinta y seis personas; salida con los rehenes de Alemania; negociación desde el exterior sobre su liberación y omisión total sobre cualquier intento de fuerza contra el comando, pues ello conduciría a la ejecución inmediata de los presos.
Terrorista de Septiembre Negro en una terraza de la Villa Olímpica
Mil doscientos policías cercaron la Villa Olímpica y veinticinco tiradores de elite tomaron posiciones cercanas al edificio en el que por una ventana asomaba la faz siniestra de algún terrorista, cubierto el rostro con un pañuelo o pasamontañas. Gobierno, embajadas, policías y mandos deportivos actuaron febrilmente para lograr una solución. Al fin, de noche, haciendo creer al comando la aceptación de sus condiciones, son llevados en helicóptero al aeropuerto de Fürstenfeldbruk, en donde les esperan expertos tiradores de precisión. En un momento dado, las tinieblas son rotas por la luz de potentes reflectores, iniciándose un intenso tiroteo que durará ocho minutos. Un terrorista ha hecho estallar una bomba de mano, y cuando las armas enmudecen, hay quince cuerpos sin vida: nueve rehenes, cinco terroristas y un policía alemán. Un dramático balance para la historia olímpica4.
Los tres mil periodistas destacados en los Juegos, especialistas del deporte, se vieron convertidos de la noche a la mañana en insospechados corresponsales de guerra, para vivir en directo unas horas de dramática intensidad y dar amargo testimonio informativo de la irrupción en los tiempos modernos del gran terrorismo internacional.
¿Deberían continuar los Juegos? Su interrupción, como argumentaría un miembro del COI, sería poner al antojo de criminales la causa olímpica. Pero la gran fiesta de la juventud se tiñó de luto con la trágica desaparición de varios de sus miembros. Un solemne acto fúnebre se desarrolló en el Estadio al día siguiente, con asistencia de ochenta mil personas y las banderas ondeando a media asta. Asisten atletas de todos los países, menos los árabes, únicamente representados por Marruecos5.
Los trágicos sucesos de Múnich, fueron un doloroso y estridente aldabonazo de urgente alarma, ante la situación convulsa de sectores marginados cuando no discriminados e injustamente humillados por sangrienta opresión, impávida a requerimientos internacionales. La automaticidad cósmica de la caja de resonancia olímpica, había sido utilizada una vez más con ajenas finalidades a su consustancial esencia pacífica y festiva, pero además, en esta ocasión, con impensables y siniestras consecuencias. Tan dramáticos acontecimientos hicieron cambiar drásticamente la planificación organizativa de los Juegos y desde entonces todo será distinto ya. La finalidad comunicativa que la concentración olímpica supone, a partir de Múnich se vio dificultada cuando no impedida, por las severas medidas de seguridad en cada caso adoptadas. Dentro del complejo organigrama olímpico, Múnich, marcó el inicio del desarrollo de un nuevo e importante capítulo, cual es el de arbitrar normalmente costosos mecanismos garantizadores suficientemente disuasorios a facciones reivindicativas, revolucionarias o criminales de diversa índole, que impidan la particular instrumentalización de los Juegos para sus interesados o inconfesables fines.
Mark Spitz (USA)
Pero el amargo signo del 72 también tuvo sus fases de gloria competitiva y el nadador americano Mark Spitz cumpliendo su pronóstico, se colgó del pecho siete medallas de oro. La progresiva mercantilización del éxito de las grandes figuras campeoniles, se puso de manifiesto en la gesta de Spitz, que acudía a los Juegos con la perspectiva de un holgado futuro asegurado en la firma Williams Morris, una de las mayores agencias publicitarias del mundo, «valiendo», su hazaña ulterior, en ingresos potencialmente publicitarios, una suma equivalente a cinco millones de dólares por medalla6. En otro sentido, la gimnasta rumana Olga Korbut, que por primera vez realizó un mortal hacia atrás en la barra de equilibrio, con su figura frágil e infantil, acaparó los primeros puestos y el afecto y admiración del público.
Olga Korbut (RUM)
El atletismo vio el resurgir del fondo y medio fondo finlandés en las figuras de Lasse Viren y de Pekka Vasala. Viren, vencedor en las pruebas de 5.000 y 10.000 metros, a pesar de una caída en esta última final, se erigió en heredero de los míticos Kolehmainen, Salminen y Nurmi. Vasala logró en la final de 1.500 metros doblegar a Keino, que era, con el estadounidense Jim Ryun, uno de los máximos aspirantes al oro. Este último atleta sufrió, como le había sucedido a Vasala, una aparatosa caída que le apartó de cualquier posibilidad de acercarse a los puestos de honor. Las caídas, a la orden del día en estos Juegos en su apartado atlético, vieron cómo muchos de los favoritos sucumbían ante la adversidad y no ante los contrarios.
Una mínima diferencia, sólo dos centímetros, impidió al soviético Lusis revalidar el triunfo en jabalina, que ya consiguiera en México 68, frente al alemán Wolfermann. Fueron 90, 48 metros contra 90, 46. También por una escasa diferencia, la Unión soviética venció a la selección de baloncesto de Estados Unidos en los últimos tres segundos, tras un igualado y emocionante partido.
Waldi - Mascota de los Juegos de la XX Olimpiada - Múnich 1972
El Príncipe de España, D. Juan Carlos de Borbón, regatea en las frías aguas de Kiel en la clase Dragón, defendiendo los colores de su equipo y otro español, Francisco Fernández Ochoa en las heladas pendientes de Sapporo, consigue la medalla de oro en slalom especial, con inspirada actuación que provocó la incredulidad admirativa de los habituales patrones de las pruebas de Invierno.
Otra medalla para España, en esta ocasión de bronce, fue a parar a manos del ciclista Jaime Huélamo en la prueba de fondo en carretera, que tuvo ulteriormente que devolver por dar positivo en el control antidopaje. Huélamo, que había sentido molestias en el pecho y abdomen atribuidas a las secuelas de una bronquitis de principio de temporada, sólo había ingerido un terrón de azúcar con coramina, sustancia que estaba permitida por la Unión Ciclista Internacional (UCI).
Lord Killanin (IRL) - 6º Presidente del Comité Internacional Olímpico
Con el período olímpico que los Juegos de 1972 abren también se inicia un cambio en la presidencia del COI, ocupada ahora por Michael Morris, Lord Killanin que sucedía a Avery Brundage, el paladín, que durante veinte años defendió a los Juegos en personal y tesonera campaña contra el voraz intrusismo comercial y mercantilista. Las realidades conseguidas no se correspondieron con los esfuerzos e ilusiones puestas en el empeño y ante la evolución de los acontecimientos, en carta de fecha 22 de diciembre de 1972, Brundage presentaba también su dimisión como miembro del COI7. Tres años más tarde, el 8 de mayo de 1975, Avery Brundage calificado como el último romántico del deporte fallecía a la edad de 87 años8. Los incidentes ocurridos en los Juegos de Invierno de Sapporo que llevaron a la descalificación del esquiador austríaco Karl Schcranz ante su provocante y alardeado profesionalismo9 obligaban a la adopción de un permisivo cambio aconsejador de una política más tolerante al respecto, ante la innegable realidad sociodeportiva. El nuevo Presidente Lord Killanin, calificado como «mano de hierro en guante de terciopelo»10, será el encargado de llevarla a cabo durante un período (1972-1980) en el que las convulsiones olímpicas se habrán de decantar en las desnortadas algaradas de los boicoteos.
La edición olímpica del 72 dejó en evidencia una vez más, la progresiva amenaza del gigantismo de los Juegos unida a la inquietante secuela de su astronómico coste. Denver ha de declinar la oferta organizativa oficial de los XII Juegos de Invierno para 1976 ante la cerrada negativa de un referéndum popular temeroso de heroicos sacrificios económicos. Innsbruck se hará cargo del compromiso, en razón al ahorro que suponía haber organizado una reciente edición anterior 11.
El abundante aporte de los ingresos televisivos que se incrementan duplicados en el corto espacio de dos períodos olímpicos son, en el momento, confiados estímulos en que basar peticiones organizativas12.
La Comisión Ejecutiva del COI desarrollada en Lausana entre los días 2 al 5 de febrero de 1973 dio realidad operativa a una función esencialmente olímpica, constituyendo la Comisión de Solidaridad13. Van Karnebeek expuso a la sazón los trabajos llevados al respecto por los tres Vicepresidentes del COI junto con el coordinador, Julio Onesti. La Comisión de Solidaridad Olímpica iniciaba así su rumbo operativo en justa misión de ayuda con coordinación a los Comités Olímpicos nacionales, especialmente los más necesitados, programando y sufragando cursos varios de capacitación de dirigentes, así como de iniciación y perfeccionamiento deportivo14. Pese a la pobre inicial respuesta a la primera y generosa oferta a la que sólo contestaron cinco destinatarios15, la progresiva acción de la Comisión así creada, generó una adecuada difusión del deporte y el olimpismo en áreas subdesarrolladas, sin cuyo eficaz estímulo la tarea sería impensable, utilizándose siempre como instrumento de acción, la sistemática prestación de servicios en su más diversa índole (expertos, clases, cursillos, publicaciones, becas, etc.) pero no la subvención financiera o entregas dinerarias16.
En la 73ª Sesión del COI, desarrollada en Varna entre el 5 al 7 de octubre de 1973, se han de reiterar advertencias ante la presión mercantilista publicitaria sobre el derecho exclusivo y excluyente del COI en la filmación de Juegos, así como la amenaza de inmediata descalificación de aquellos deportistas que dentro de un recinto olímpico realizasen ostentosa exhibición de artículos deportivos como medio de promoción de marcas comerciales17.
Japón con Sapporo, organizará los XI Juegos de Invierno en los que España consigue la primera medalla de oro en unos Juegos de Invierno merced a Francisco Fernández Ochoa en slalom especial. Suiza obtiene un éxito rotundo conquistando cuatro medallas de oro, tres de plata y tres de bronce.
Fuente: DURÁNTEZ, Conrado: Las Olimpiadas Modernas, Madrid. 2004, pág. 31 y ss.
CONRADO DURÁNTEZ
Es Presidente de Honor del Comité Internacional Pierre de Coubertin, Presidente fundador del Comité Español Pierre de Coubertin, Presidente fundador de la Asociación Panibérica de Academias Olímpicas y también Presidente fundador de la Academia Olímpica Española y Miembro de la Comisión de Cultura del Comité Olímpico Internacional hasta 2015. Ha intervenido en la constitución de más de una veintena de Academias Olímpicas en Europa, América y África. Su vocación por el Olimpismo ha sido proyectada en constantes y numerosas intervenciones en congresos mundiales, conferencias y simposios diversos, así como en la publicación de numerosos artículos en periódicos y revistas especializadas nacionales y extranjeras dedicados al examen y estudio del fenómeno olímpico.
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CITAS:
1 DURÁNTEZ, Conrado: Barcelona 92, XXV Olimpiada, pág. 24.
DURÁNTEZ, Conrado: L’Olimpisme i els seus Jocs, p. 73.
2 DURÁNTEZ, Conrado. Múnich preolímpico. En Deporte 2000, noviembre de 1970, pág. 57.
3 GRAUPERA, M. Hortensia: Op. cit., pág. 236.
4 VARELA, Mercé: Los Juegos Olímpicos, pág. 84.
MANDELL, Richard: Historia cultural del deporte, pág. 266.
GRAUPERA, M. Hortensia: Olimpismo y política, pág. 249.
DURÁNTEZ, Conrado: El Olimpismo y sus Juegos, pág. 73.
THARRATS, J. Gabriel: Los Juegos Olímpicos, pág. 983.
5 THARRATS, J. Gabriel: Op. cit., pág. 984.
6 MANDELL, Richard: Op. cit., pág. 267.
DURÁNTEZ, Conrado: Valores humanísticos y culturales del deporte, Conferencia Magistral del II Congreso Mundial del C.O.I. de Ciencias del Deporte, Barcelona, 30 de octubre de 1991.
7 Revista Olímpica, 1972, pág. 52.
8 Revista Olímpica, 1977, pág. 238.
9 VARELA, Mercé: Op. cit., págs. 82 y 83.
10 GRAUPERA, M. Hortensia: Op cit., pág. 60.
11 BERLIOUX, Monique: Prosperidad Olímpica, en Revista Olímpica, 1973, pág. 3.
12 BERLIOUX, Monique: Op. cit., pág. 4.
13 Revista Olímpica, 1975, pág. 52.
14 Revista Olímpica, 1975, pág. 122.
15 Revista Olímpica, 1975, pág. 252.
16 C.O.I. Comisión Ejecutiva, Lausana, 9-11 de febrero de 1974.
17 Revista Olímpica, 1974, págs. 13y 15.